Estuve recientemente en un avión y poco antes de llegar al destino comenzó una turbulencia terrible. En uno de esos descensos repentinos experimenté algo que nunca había sentido antes, pensé en la muerte y más aún, en como sería ese día. Fue tan intensa la sensación que pude ver toda mi vida en un segundo. Lo increíble es que no pensé en las cosas que no he hecho ni en las cosas que me quedan por hacer, sino pensé en porqué no he sido capaz de amar intensamente, sentí que podía perdonar a todos incluyéndome a mi mismo. Pensé en lo tonto que soy cuando me enfado con mi esposa por una bobada. ¿Y será que esta vida es tan simple como para amar intensamente en todo lo pequeño del día a día? Entonces, ¿por qué me cuesta tanto?
En este tiempo de desempleo, de estar en el paro, pienso mucho, a veces demasiado, me enredo en pensamientos. ¿Qué hago ahora? ¿Qué quiero hacer? ¿A qué Dios me está llamando? ¿Cuál es el gran proyecto que tengo por emprender que será trascendente? Siento que las limitaciones del presente son aplastantes, el tiempo es inmisericordioso y me lleno de tristeza hasta quedar sin fuerzas. Y en ese abandono recuerdo la frase de Santa Teresa de Calcuta y pienso, ¿es que sería tan fácil como hacer las pequeñas cosas que la vida te presente con gran amor?
